Cuando la caries causa una infección de la pulpa dentaria o cuando esta parte del diente es lesionada, a menudo un tratamiento de conductos radiculares es la única manera para salvar el diente. Dentro de la superficie dura del diente se encuentra la pulpa dentaria, o sea los nervios. Tras una anestesia del diente se taladra para obtener acceso a la pulpa. Se quita la pulpa afectada por una infección purulenta. Los conductos radiculares son limpiados, alargados y alisados. Los conductos se obturan con gutapercha, una material elástico natural.
Al igual que la médula espinal al interno de la columna vertebral, dentro de cada diente sano se encuentra la pulpa. La pulpa está compuesta por el tejido conjuntivo, vasos sanguíneos y nervios. Cuando las bacterias de la caries en estado avanzado llegan hasta la pulpa puede desarrollarse la infección de los tejidos de la pulpa, a menudo acompañada por un fuerte dolor. Si las bacterias llegan aun más adentro se desarrolla una infección purulenta de la punta de la raíz llamada ápice, una infección que puede destruir hasta el hueso mandibular. Los síntomas más comunes de la pulpa lesionada pueden ser los fuertes dolores al contacto con las substancias calientes y frías y al morder, como también la sensibilidad al tacto, aveces también el cambio del color del diente. Procedimiento en la terapéutica de conductos radiculares: Al inicio el diente se abre, es decir se abren los conductos radiculares. Se quita la pulpa infectada con los instrumentos dentales adecuados, se efectúa la limpieza química y la limpieza con los ultrasonidos. Se utiliza un equipo electromagnético para establecer la profundidad de cada conducto radicular. Cada conducto se limpia hasta el ápice con unas limas especiales de níquel y titanio. Este procedimiento se lleva a cabo bajo control continuo de un aparato de medición que permite establecer la extensión de cada conducto. Cuando todos los canales están limpios se inyecta un fármaco antibacteriano y anestésico. Este fármaco queda en el diente durante aproximadamente una semana. Al final de la primera visita se sella el diente con un material sintético provisorio para evitar que nuevas bacterias penetren en su interior. Durante la siguiente visita se quita el material sintético y se limpia una vez más cada conducto radicular con una substancia química, con ultrasonidos y con unas limas especiales de níquel y titanio. Si el diente no causa molestias, los conductos radiculares se llenan con un sealer (cemento) y un composite de gutapercha. Dado que el cemento necesita 24 horas para endurecer, se sella de nuevo el diente con un material sintético provisorio. Después de 24 horas, este material se cambia por un empaste sintético especial que queda en el diente formando la base para la siguiente remodelación del diente. Los dientes después de una terapéutica de conductos radiculares se vuelven frágiles y el peligro de una fractura es muy grande. Por esto se ponen coronas dentales para proteger estos dientes y evitar la perdida del diente a causa de una fractura.